En otoño de 1.983 y sin mucho ruido los cines estadounidenses comenzaron a proyectar una modesta película de cine negro. En el momento de su estreno pocos podían prever que supondría el comienzo de actividad de unas de las mentes más prolíficas y brillantes del cine moderno, los hermanos Joel y Ethan Coen (aunque es este último el único que figura como director), siendo la película en cuestión “Blood Simple”.
“Blood Simple” ha pasado a convertirse en un clásico del cine negro, del que sólo se podría echar en falta un poco de presupuesto.
Abby es una ambiciosa y seductora mujer magistralmente interpretada por Frances McDormand, que no puede remediar caer en manos de un empleado de su marido, derivando tal diatriba en una serie de enredos, asesinatos y un final inesperado, al puro estilo de Frank Capra. La atmósfera nocturna y fría de la película, ayuda a ponerse en situación y mantener una tensión constante consiguiendo enmascarar los “cuatro duros” que ha costado la película.
En otoño de 2.010, al sobrevalorado Zhang Yimou (“Heroe”, “La casa de las dagas voladoras”), en un momento de embriaguez opiácea, se le ha ocurrido hacer una versión de Sangre Fácil, que tras ser vista te hace pensar, LA SANGRE NO ERA TAN FÁCIL.
La versión en cuestión se hace llamar “A woman, a gun and a noodle shop”, y de lo poco bueno que se puede decir de ella, es que por lo menos respeta la trama de la original, aunque en un alarde de esnobismo pretencioso, se ha decidido llevarla a la China costumbrista y adornarla con luchas coreografiadas y guiños de humor propios de un capítulo de Shin Chan. El engendro resultante podría definirse como el hijo tonto y rico de “Blood Simple”.
Esta situación ha venido provocada por la reciente corriente cultureta de considerar que todo el cine que viene de Asia es bueno, lo que ha conseguido que tengamos que comernos tomas fijas de una hora pasando camellos mientras algunos consideran esto como obras maestras del cine intimista.
Todos aquellos que amamos el cine y lo usamos como vía de escape y entretenimiento, los que nos reímos con Billy Wilder, nos indignamos con El nombre del Padre, nos sorprendimos con Sospechosos Habituales y un largo etcétera, deberíamos sublevarnos y gritarles a la cara:
OBRA MAESTRA DEL CINE INTIMISTA? .... Y UNA MIERDA COMO UN PIANO
Pretenciosamente vuestro;
PITUFO FILÓSOFO
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