domingo, 5 de junio de 2011

SERÁ QUE SOY DE PUEBLO

Es probable que por mi naturaleza pueblerina, o sea que soy más de campo que las amapolas, sigue habiendo cosas que no dejan de sorprenderme cuando me acerco a una gran ciudad. Y es que en el corazón de Madrid, a escasos diez minutos de la Gran Vía, donde reinan los grandes teatros con caras producciones, se encuentra la calle del Pez. En dicha calle, por el contrario, se respira un aire entre bohemio y cultureta que huele al Madrid de los ’80.


En el número 10, en un bajo y sin hacer mucho ruido, se asienta el Teatro Alfil, que es una de los lugares más extraordinarios que he tenido la suerte de disfrutar. Con sus escasas veinte filas de asientos te permite disfrutar de la función de una forma que nunca podrán lograr espacios como el Capitol (por poner un ejemplo). Pero que podría faltar para completar la velada; una buena función (Pegados), algún famosillo con el que compartir patio de butacas (la pelirroja de sin tetas no hay paraíso) y un bar en el medio de la sala (sí!!! Había un bar en medio de la sala). En estos momentos el teatro Alfil puede presumir de tener las tres.



La función que tuve el gusto de disfrutar fue “Pegados, un musical diferente” (2.011, Ferrán González). Realmente podemos afirmar que es un musical diferente, ya que acontece en el box de urgencias de un hospital donde dos jóvenes esperan a ser separados tras haberse quedado pegados por sus partes nobles, en una noche de pasión en el baño de una discoteca.


Por no abandonar la pasión por las analogías que me invade, diremos que está a medio camino entre Spamalot y “La cosa más dulce”. Posee el surrealismo desternillante de los Monty Python, especialmente ese sketch en el que John Cleese da una clase de educación sexual a unos alumnos distraídos, y a su vez es una comedia romántica con un toque gamberro.


La música es original del espectáculo y sus letras son desternillantes, los actores están sublimes, más teniendo en cuenta la situación en la que se encuentran, y todo ello se redondea con un teatro inigualable y un gin-tonic en la mano.


Por todo ello, los que seáis de pueblo como yo y queráis disfrutar de una gran función en el mejor lugar posible, no dejéis de ver “Pegados” en el Teatro Alfil a poder ser.


PRETENCIOSAMENTE VUESTRO
PITUFO FILÓSOFO

1 comentarios:

Kuching dijo...

Dios..... Qué ganas de ir!!!

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