lunes, 30 de mayo de 2011

CUANDO EL DESTINO TE DA UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

La estepa Castellana no perdona. Los helados rigores invernales son apartados a empujones por las hermosas tormentas primaverales, que aunque bellas, acarrean consecuencias en el aparellaje eléctrico de consecuencias funestas.



Si una de estas tormentas te sorprende en el cine, puede ocurrir, y ha ocurrido, que todo el entramillado eléctrico se venga al traste y te quedes a una hora de ver el final de una peli de dos horas y media, y te vayas a casa compuesto y sin desenlace. Esto es lo que me ha ocurrido con “Piratas del Caribe 4: En Mareas Misteriosas” (2.011, Rob Marshall).



La verdad, es que vista la primera hora debí sospechar que el destino me estaba dando una segunda oportunidad, para canjear el vale que me dieron a causa de la tormenta, por una nueva entrada para la nueva peli de los Farrelli (Carta Blanca). Pero mi testarudez cinematográfica me hizo aplicar la máxima del cine válida para todas las pelis, sea Piratas o la típica TV Movie de serie B de sobremesa, si la empiezas la acabas y si no, no haberla empezado.



Como cabe esperar en una peli de este presupuesto, su realización es muy buena y es entretenida, salvo que te toque ver la primera hora dos veces, en cuyo caso puedes aprovechar para echar un sueñecito, pero no deja de ser los mismo exactamente que las tres anteriores.






La saga de Piratas presenta claros síntomas de Losserranismo, síndrome típico de las producciones televisivas españolas según el cual un productor de dientes afilados decide alargar de forma antinatural un producto para hacerse asquerosamente más rico, por qué dejar tres temporadas memorables, o al menos recordables, si puedes atormentar al público con diez.


Respecto de los actores, un par de comentarios. Jhonny tío si como dices sólo lo haces por diversión y porque tus hijos te lo piden, hazlo gratis. Y respecto a Penélope poco que decir, lo salva dignamente a pesar del barrigón de su embarazo.



Por todo ello, cuando el destino te da una segunda oportunidad, plantéate que harás con ellas, ya que a toro pasado no son válidos remordimientos.



PRETENCIOSAMENTE VUESTRO
PITUFO FILÓSOFO

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